El blog literario latinoamericano
sábado, 16 de febrero de 2019
El santo patrón de los locos de aquí
No es extraño que los dominicos consideraran a Ramón Llull un hereje, que los profesores de la Sorbona desdeñaran su presunción, que los prelados de la Curia detestaran su intrusismo, que los teólogos de la Corte lo difamaran como un loco visionario. Al fin y al cabo, Ramón se presentó ante ellos como un elegido por Dios para escribir “el mejor libro del mundo” y como el “abogado y procurador de los sarracenos”.
Ramón Llull descendió del monte Randa como Moisés del Sinaí: iluminado por el resplandor de la divinidad y encargado de llevar a cuestas el pesado fardo de su apabullante tarea. El noble egipcio redimiría al pueblo de Israel esclavizado por el Faraón; pero a Ramón le tocó en suerte una misión descabellada: injertar en la cosmografía medieval la supremacía de la Razón. Desafiando a los tribunales de la época, Ramón Llull proclamó que su Ars Magna está por encima de los libros sagrados y que fundamenta entre los hombres el arte de entender, no la costumbre de creer.
A través de un vericueto no muy bien comprendido Ramón se anticipó a los humanistas florentinos, a los enciclopedistas ilustrados, y formuló en plena Edad Media un entusiasmo que sólo sería superado por el Siglo de las Luces. Su artefacto cibernético, un artilugio lingüístico sin precedentes, establece solidos rigores conceptuales para el pensamiento y enseña los modos en que la razón “duda, examina y comprueba”. El énfasis con que Ramón habla de su Arte es de una ambición deslumbrante. Concibió su Ars Magna para regalar ciencia al pueblo, “salir de la servidumbre de las ciencias confusas” y “ordenar todas las cosas que puedan caber en la investigación humana”.
La magnífica biografía de Llull que publica el profesor Fernando Domínguez Reboiras en Arpa Editores, “El mejor libro del mundo”, es oportuna no por coincidir con el 700 aniversario de la muerte del filósofo, sino por darse en el Mediterráneo la misma batalla que entonces tuvo lugar. La erudición con que Ramón aprende la lengua y la cultura árabe le permite poner en cuestión a sus orgullosos contemporáneos: “¿por qué son los sarracenos más inteligentes cuanto más envejecen, mientras que con los cristianos sucede lo contrario?”
Con su admirable energía Ramón reprochó a reyes, papas y cardenales que consintieran a “los que se pelean, matan y caen en cautiverio”. Su apología de la Razón concluía en un sorprendente alegato pacifista: “conservemos una forma de disputar de respeto y servicio mutuo, pues la guerra, el rencor y el vituperio impiden a los hombres estar de acuerdo”. La confianza de Ramón en el poder de la palabra, las virtudes de la persuasión, el genio de la elocuencia, nos hacen sospechar que, para él, la conversación era mejor que la conversión.
Su larga y prolífica existencia de agitador político y escritor -el virtuoso inventor de la lengua literaria catalana- encontró su réplica en el cervantino Caballero de la Triste Figura. La amarga confesión de Llull, cuando casi al final de sus días hace balance de su fracaso, parece provenir de un indeseable desvelamiento: “soy viejo, pobre y despreciado, recorriendo sin cesar el mundo, se burlan como si yo fuese un fatuo que habla locamente”.
Ramon fue un “foll de amor”, del mismo modo que Dante fue un “fiel de amor”. El lema luliano - “recordar, conocer, amar”-, de sugerente afinidad platónica, es el programa filosófico del hombre que aún en la posmodernidad sigue siendo “ese animal que homifica, que va haciéndose hombre, deificándose”.
[Publicado el 05/5/2016 a las 17:59]
[Etiquetas: Ramón LLull, Domínguez Reboiras, Arpa Editores]
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Basilio Baltasar es escritor, editor y periodista. Autor de la novela "Pastoral iraquí" (Alfaguara, 2013). Es director de la Fundación Santillana y editor del portal de blogs literarios El Boomeran(g). Ha sido Director de Relaciones Institucionales del Grupo Prisa y director de La Oficina del Autor. Fue director editorial de Seix Barral, editor de la revista literaria Bitzoc y de la revista de arte y arquitectura Gala. Entre 1989 y 1996 dirigió el programa de exposiciones dedicado al arte de las sociedades sin escritura (Cultures del Món. Art i antropología). Fue patrono fundador de la fundación musical Área de Creación Acústica, director de la Fundación Bartolomé March, vicepresidente de la Fundación Jakober y dirigió el periódico El Día del Mundo.
Tengo una pregunta para mí
En la 2 de RTVE
¿Quién nos enseña a vivir?
Basilio Baltasar conversa sobre enseñanza y educación
con Fernando Savater, Josep María Flotats, Rafael Argullol y Paco Ibáñez.
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Yo lo uso simplemente para leer....
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Estimado, me sumo al comentario...
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Disculpe, pero este artículo...
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